Un viaje inesperado

En clases de matemática, nuestra profesora Claudia Mazzini, nos pidió que hagamos una historia basada en conceptos o temas matemáticos. Acá está mi trabajo:

Un viaje inesperado...

Era el año 2314, en un mundo futurista donde los autos volaban, la gente se tele transportaba a sus destinos y lo más innovador del momento: la máquina del tiempo. Solo existía un ejemplar que funcionaba, o que estaba más cerca de funcionar. Cedric había pasado días y noches enteras trabajando en su proyecto y luego de dos años, sería el momento de ponerla a prueba.

El artefacto de forma esférica esperaba ansiosa en el taller del científico. Ansiosa a ser usada y demostrar su utilidad. Cedric comprobó que todo estuviese en orden y luego de reafirmar sus cálculos subió a la máquina. -El inicio del sistema ha comenzado- dijo la voz inteligente que le daba vida a la máquina -Resuelva el cálculo para indicar año y lugar de destino-. Acto seguido una cuenta de un tamaño exagerado, y que a cualquiera le hubiese parecido imposible de descifrar, apareció en el monitor de la nave. Esto no pareció afectar en lo más mínimo a Cedric, quien en cuestión de segundos ya la había resuelto. Seleccionó una fecha extraña, 80 millones de años antes de la actualidad, siempre había deseado explorar el mundo antes del gran impacto producido por el hombre.

Ruidos desde el interior de la nave indicaron el despegue y en una mínima fracción de milisegundos Cedric se hallaba navegando en un universo paralelo al que había conocido hasta el momento. La nave seguía una línea recta que no tenía fin, o al menos eso parecía. Cedric estaba asombrado y boquiabierto ante su nuevo hallazgo. A ambos lados se veían miles de millones de estrellas en movimiento de todos los tamaños. Cedric pensó casi convencido que todo lo que existía, lo que no y lo que sí veía, era matemática.

De un momento a otro, un punto que hace unos minutos era diminuto, se expandió creando una línea recta que parecía infinita: el horizonte. Luego se dibujó una circunferencia en lo más alto del cielo, como era incoloro Cedric no lograba distinguir si se trataba del sol o de la luna. Lentamente se fue coloreando de un naranja intenso, y los rayos de luz caían verticalmente a la tierra que todavía no terminaba de dibujarse.

Hasta ahora lo único que podía observar era un plano incompleto de una escena del pasado, (aparentemente) en el año que él había elegido. Objetos y figuras 3D comenzaron a aparecer en el espacio. Árboles, montañas, y… ¡edificios! Cedric quedó sorprendido y decepcionado, el hecho de que edificios y negocios, calles y avenidas estuvieran apareciendo significaba sólo una cosa: la máquina había cambiado el rumbo que él había seleccionado.

El fallo debía ser arreglado cuanto antes. Cedric dirigió la nave al edificio más cercano y aterrizó en su terraza. Le extrañó ver a él mismo edificio con forma de prisma, separado del que él se hallaba por una calle. En otro momento se hubiera entretenido calculando cuántas ventanitas rectangulares tenía aquella construcción, pero ahora estaba concentrado en ocuparse de arreglar el fallo de la nave, tan ocupado que se le había pasado por alto algo muy importante… estaba a punto de bajar por las escaleras posicionadas a 70° (muy empinadas para su gusto), cuando de la nada cae a sus pies un diario traído por el viento. Cedric se quedó helado al ver la fecha del diario, sus ojos se llenaron de terror e inclinó su mirada a un ángulo de elevación de 90 grados: el diario neoyorquino era del 11 de septiembre del 2001…